El otro día me crucé con el forense del pueblo. Es un nombre que reconoce si alguien ha muerto «físicamente». Este hombre toma el pulso al cadáver y certifica la hora del óbito, rellena un formulario y cobra 300 euros por su rúbrica y atestado.
He pensado en hacerme forense-emocional, acudo a tu casa y te hago un test, te pregunto cosas como
¿cuando fue la última vez que jugaste al escondite?
¿si hablas con alguien lo miras a los ojos?
¿lloras con frecuencia?
¿dices lo que piensas?
¿caminas hacía tus sueños?
¿escuchas, te escuchas?
¿bailas?…
¿cantas?
Si a tres preguntas de estas respondiste en negativo.
Contratamé ,firmaré tu defunción emocional en vida.
Renumeración: un plato sopero de hervero y un vasito de hervido.