miguel angel montilla

Rescatar la tradición…

 

fuentealamo

En un mundo que trata de ponernos a todos el mismo uniforme,

un mundo donde los Yankis a través del cine nos han hecho creer en un sueño americano que basa sus principios en la vejación, la masacre y el genocidio de aquellos lugares en donde hay petroleo, diamantes o recursos naturales para devastar,

en un mundo donde la alienación campea a sus anchas dejándonos a todos como en un margen que no podemos rebasar por «miedo» inoculado vía televisión,

en este mundo que agoniza se abre paso como en una fisura muro por el que entra luz clara, se abre paso digo una vía nueva, que tiene que ver con recuperar lo que perdimos en el camino de la modernidad, la industrialización, la robotización, en el camino hacia el  abismo de la autodestrucción.

Beber vino en la bota de cuero de tu abuelo, 

tomarse un buñuelo con chocolate hecho con amor, (sin industria ni conservante)

hacer una carrera de sacos,

cantar y bailar una jota al sol y al aire, 

comprar un capazo de esparto para recoger setas,

beber cerveza artesana hecha con amor, 

comprarle a tu hijo un carrito de madera hecho por un artesano septegenario ,

ver como hay otros juguetes que superan al imperio Disney, hechos de madera, hechos con fé y encanto por los niños,

 

todo eso pude disfrutarlo el domingo en FUENTE ALAMO donde conté cuentos en un callejón del puebo,

cuentos que conectaban con ese espíritu de recuperar nuestra autenticidad,

con ser fieles a las fuentes orales que escuchamos a nuestros ancestros,

 a nutrirnos de los refranes que nos decían nuestros abuelos y que fueron contados desde la tradición oral que inspiró a Cervantes. 

 

El domingo en Fuente Alamo un canto de resistencia envolvía el ambiente y me afianzó a la tierra noble de la mancha, 

me tomé unos vinos, baile unas jotas, compré una cartera a un artesano de verdad (que no un revendedor de producto chino),

 conté cuentos que hablan de seres que sueñan y volviendo a casa creí ver gigantes eólicos, que me hicieron viajar lejos, muy lejos, tan lejos como la imaginación me permitía. Un viaje a la tradición, la que da sentido a nuestra manera de pisar la tierra que poblamos.

 

Recuperemos la bota, la baraja y la silla al fresco…

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